domingo, 29 de enero de 2012

Y allí va, con esos andares suyos que tanto odio, que le hacen creer más de lo que es. Se acerca a un chica disimuladamente, le suelta un piropo (de los suyos, barato), le agarra la mano como el que no quiere la cosa, le coloca el pelo detrás de la oreja sin mirarle ni a la cara. Yo al principio pensaba que eso era por vergüenza, timidez....pero no, es una táctica más de las suyas. Es entonces cuando realiza el paso final, levanta su mirada y la clava en la de ella, le guiña un ojo y da media vuelta. Alejándose de ella, dejándola con las ganas de que se gire para mirarla por última vez antes de marcharse, pero no lo hace. Porque no lo necesita, ya irá ella detrás suya. Creído y arrogante, serían las mejores palabras para describirlo. Y así ocurre, la chica no se levanta a pegarle una hostia no, que va, se va detrás suya cual perrito faldero. Me encantaría decir: "mirar a todas éstas, se han liado con él, han dejado que las conquiste un mañaco prepotente, pero conmigo no, y no lo hará". Pero no puedo mentir de esa forma. Yo también caí, sin darme cuenta estaba envuelta en sus besos y dejándome llevar por sus palabras. Pero ya he aprendido la lección, él no se merece ser el dueño de mi corazón.

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