domingo, 30 de octubre de 2011

Te despiertas un día. Un día cualquiera. Te levantas y te das cuenta de que todo ha cambiado. Los que se suponía que eran tus mejores amigos, han desaparecido. Ya no están. Y no sabes bien lo que hacer, hasta que al final decides comenzar de cero. Todo de nuevo.
Y pasa el tiempo, y a veces recuerdas lo bien que estabas junto a ellos, todas aquellas tardes que prometimos que serian para siempre. Y en ese momento es en el que te das cuenta de que nada es para siempre.
Me gustaría volver a vivir todos esos momentos, pero sé que eso es imposible.

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